Todos los seres humanos generamos a lo largo de nuestra vida diferentes identidades, rasgos y características que nos permiten distinguirnos de otras personas. En la fase adulta, esa identidad llega a su culmen, puede haber variaciones, pero pocas. Esa identidad es la cimentación a través de la cual gira nuestra vida, nuestras creencias, ideas y pensamientos, todos ellos destinados a afirmar y afianzar esa identidad. Hábitos y costumbres la avalan aún más.

Cuando a alguien se le dice que esta confundido y se le demuestra, lo primero que sale de su alma es un NO, rotundo, eso no puede ser así. Aquello que acabamos de quitarle es parte de su identidad, él o ella han acomodado su forma de vivir por y para esa creencia que los definía. Esta es una de las cuestiones por las que “nadie quiere dar su brazo a torcer”

Si dicha creencia, no forma parte de lo cimientos o vigas maestras en las que se sustenta nuestra identidad, y es una simple pared, ese cambio es asumible. Esto es algo que se trabaja mucho en Terapia, ir desmontando esa pared, irse alejando de esa identidad para construir algo más “sano” para nosotros ( al fin y al cabo, quien viene a terapia, siente un mal estar, algo que no concuerda entre su sentir y como actúa)

Sin embargo, si esa creencia está basada en un pilar básico o en nuestros cimientos, la negación surge como mecanismo de defensa para proteger dicha identidad. Lógicamente esa posible pérdida genera un miedo muy grande, un vacío interno muy profundo, si dejo de ser quien creo que soy, ¿Quién soy entonces?, ¿he vivido una mentira toda mi vida? No se trata de creer que has vivido una mentira, sino de aprovechar la oportunidad de crear algo nuevo con lo que seguro serás más feliz. La palabra humildad, aceptación cobran relevancia en estos momentos, responsabilidad, libertad, también.

Creo que esto es algo que ocurre hoy en día cuando hablamos de IGUALDAD, en la que muchos hombres se posicionan (queriendo o no queriendo) en una negación de la realidad, cuando niegan que exista machismo, acoso, cosificación hacia las mujeres y que afirmen categóricamente que ambos sexos tenemos las mismas oportunidades. ¿Qué sería de su identidad como hombres si admitiesen esto?

Hoy, sin ir más lejos, hablando sobre este tema, me han pedido datos medibles, demostraciones reales sobre salarios distintos entre hombres y mujeres, que le presente a quien no contrata a una mujer por estar en “edad fértil”, casos que yo he vivido en primera persona pero que lógicamente no puedo demostrar con documentos (según esta persona, las estadísticas están manipuladas). Para ella, todo lo que no sea demostrado por escrito no es real. Curioso, porque hasta la fecha, nadie ha podido demostrar como surge la vida, pero él está vivo y no se lo cuestiona.

Entiendo que no creerá que hemos pisado la luna pues las imágenes pueden ser manipuladas y los datos físicos y matemáticos que nos llevaron a ello no demuestran que se haya hecho, así que tan solo se lo creería si fuese él quien la pisase.

Creo que ha llegado el momento de afrontar la Igualdad, no con datos, sino con por qués, con para qués, dando explicación así a las actuaciones, decisiones y leyes que se llevan a cabo para que sea una realidad. Pero tenemos que hacerlo con una argumentación creativa, abierta, es fundamental para evitar esa negación como mecanismo de defensa. Tenemos que generar debates a los que se invite a los “negacionistas” (sobre todo a los que ostentan un poder en la comunicación, como youtubers, locutores de radio, periodistas,…) para defender dicha igualdad de sus ataques y crear programas donde se les responda sin confrontación, porque la gente joven es a ellos a quienes escucha y se están posicionando a su favor (las últimas estadísticas así lo demuestran con el incremento del machismo en la población joven). Ofrezcamos argumentos a las jóvenes, a la sociedad.

Una sociedad que niega por miedo, involuciona.