Coeducación y feminismo

Coeducación: Co es un prefijo que indica colaboración, en unión, indica una acción en conjunto. Así la Coeducación es una educación compartida, colaborativa, en unión, dónde están implicados diversos grupos.

            Por eso, la educación no puede centrarse solo en las aulas, sino en los hogares y en la sociedad en general, partiendo de sus instituciones como representativas de esta, y en todos sus derivados sociales: prensa, radio, televisión, asociaciones, cine, literatura, deporte…

Feminismo: Principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre (RAE)

            Ante esta definición, ¿Quién puede no declararse feminista?

            Por lo tanto, para poder ofrecer una educación plena, consciente y real, todo el conjunto de la sociedad debe de estar implicado, haciéndose necesario que se enmarque en un entorno de igualdad, dónde tanto los niños como las niñas puedan desarrollar todas sus capacidades lejos de los estereotipos marcados por el patriarcado, y puedan así crecer valorando sus diferencias individuales y características personales independientemente de su género, para que exista una igualdad de condiciones real, de trato y de oportunidades. Por eso, si la educación debe ser igualitaria, la coeducación debería  ser feminista.

             Hace unos seis años, mi hijo, con 16, me pregunto: << ¿papá, es que en las leyes o en la constitución las mujeres no tienen los mismos derechos que los hombres? >> Claro que sí, le respondí, las leyes no nos pueden discriminar por razón de raza, sexo o religión, tienen que partir de esa base constitucional. Le iba a decir que nos tratan a todos por igual, pero sabía que me respondería con: ¿y las leyes de discriminación positiva?…

             Siempre es complicado argumentar ante un adolescente, sin embargo me agradó su preocupación por el tema, tanto es así que un día vino a casa cabizbajo y le pregunté qué le pasaba: << Me siento mal, (me comentó), siempre he intentado tratar a la mujer por igual, con todo el respeto, y hoy me he dado cuenta de que hay en mí, comportamientos, de los que no era consciente, que se pueden entender como machistas y yo no quiero ser machista, ¿Qué puedo hacer? >>

Quién esté libre de pecado tire la primera piedra.

             He asistido al 3· Congreso Andaluz de coeducación que se celebro el pasado 15 de octubre en Cádiz,  y escuché una frase de Laura Marcilla Jiménez, que con su permiso expongo por parecerme importantísima como punto de partida: “yo soy machista por imposición y feminista por elección, pero el machismo no me lo quita nadie, me lo voy quitando yo poco a poco como puedo y siempre quedan ramalazos”

 

Si llevamos 10.000 años de patriarcado, difícilmente podemos no seguir siendo machistas con los pocos años de lucha que llevamos, en comparación, por la igualdad. La sociedad tal y como la conocemos, su educación, sus principios y valores está montada bajo ese poder, así que quitarlo del ADN será largo y complicado, sin embargo, creo firmemente que posible.

            Hoy, tengo más argumentos para poder tratar estos temas con él, a pesar de mi certeza igualitaria, no dejo de ser un hombre criado en un patriarcado, y existen conductas en mi que aún a día de hoy puedo empezar a ver como machistas. Yo, al igual que Laura, sigo limpiándome, y agradezco a las personas como las que participaron en el congreso, que me hicieran sentir esa suciedad que se sitúa en lugares de mi cuerpo que no puedo ver por mí mismo para poderlas limpiar.

            Cuan de importante es la autocrítica, la mirada hacia uno mismo, hacia una misma, con una mente abierta, para darnos cuenta de que muchos de nuestros actos, formas de hacer, creencias, siguen siendo machistas. Pienso que para cambiar las cosas, una persona debe empezar por ella misma,  que el cambio real comienza  de dentro hacía fuera, sobre todo porque nuestra descendencia aprende a través de nuestras acciones, no por nuestras palabras. No se trata de juzgarnos en aquello que no hacemos aún bien, sino en valorar lo que sí estamos haciendo bien, poner el foco en lo positivo, sabiendo, de corazón, que estamos en el camino de alcanzar nuestra propia meta igualitaria y en ese caminar nos compartiremos para hacerlo una realidad.

            Ayer, hablando sobre el congreso con mi hijo, le pude decir, que pueden existir los mismos derechos, pero no las mismas oportunidades, al igual que tampoco existen los mismos miedos, miedos reales que las limitan en sus acciones, en sus decisiones, en su libertad y sobre todo las limita en su derecho de ser MUJER, de saberse autosuficiente, de saberse que vale, que puede por si misma, sin tener que depender de nadie, de reconocerse sexualmente y que puede poner límites sin consecuencias.

            En una sociedad de Patriarcado, ambos, hombres y mujeres hemos sido educados en el machismo, y sí, al hombre eso le limita también en no poder reconocerse en otros papeles, saber que se puede equivocar o tener miedo, que puede pedir ayuda, que las emociones no son malas, que cuidar es de ser persona, no afeminado, que no tiene que hacerse el duro o el fuerte… La gran diferencia, le dije, es que a ti, la sociedad con todo eso, te prepara para ser el Rey, estar en la cúspide de la cadena, y a ella la prepara para estar a la sombra de… El poder es un agravante ante una situación de abuso, el profesorado frente al alumnado, el/la terapeuta frente a su paciente, el empresario, la empresaria frente a la trabajadora, el trabajador, por eso, el mero hecho de ser hombre es un agravante, porque el patriarcado nos lo concede, y es desde ahí desde dónde podemos entender la necesidad de las leyes de discriminación positiva.

            Con esto no quiero decirte que has de sentirte culpable por ser hombre, ni mucho menos, nadie te puede culpar por serlo, tan solo, que debes de tener otra mirada sobre lo que puedes hacer para que la igualdad sea algo real, que puedas ver el sobre esfuerzo que ellas tienen que hacer.

            Hagamos un ejercicio de cerrar los ojos y mirarnos hacia dentro, sin juicio, sin culpa, porque sino entraremos en conflicto con nosotros/as y esa pelea nos seguirá cegando, tan solo observar que hay en mí aún de machista para poderlo cambiar, da igual la edad, el cambio es posible, llevará su tiempo ser consciente de todo, por ello abramos el grifo, metamos la cabeza debajo para conseguir limpiarnos por completo. Hagámoslo desde la no agresión, desde el entendimiento hacia quien aún no puede ver, si se siente agredido, culpable, su reacción será la defensa, y en esta pondrá su barrera que le impedirá su cambio.

             Aportemos cada uno nuestro granito de arena, para que conjuntamente construyamos un  castillo tan grande que nadie lo pueda obviar y quiera participar poniendo también su granito de arena.

¿Te apuntas a ser parte de una Coeducación Feminista?

Almería a 24 de Octubre de 2022.            Miguel de Castro Carranza